REVOLUCIÓN literaria

crítica y literatura

lunes, 20 de diciembre de 2010

Luna de mis amores

Espejo de las infinitas veces
mencionada noche plutónica,
centellos y relámpagos nocturnos;
tardíos en nuestra presencia de
vela y desvelos paulatinos. Esporádicos.

Confidente de millares de sentimientos,
testigo de litros de lágrimas,
enigma de grandes pensadores,
inspiración de los creadores,
antónima del día soleado.

Guardadora y observadora
de los únicos y verdaderos amores,
que se confiesan en las veladas
ante tu presencia;
en las plazas desoladas
iluminadas con tu soledad,
con tu ingrata presencia
de envidias estelares.

Con tu noche profunda de pasiones
en las caricias de los novios;
que se entregan sus amores
tras un par de pasos,
un coqueteo sincero y
una sonrisa que culmina con un beso.

Ese beso con el que el sol
anhela tocarte,
ese toque de labios que le niegas al gran astro
y tú con tu simple y profunda esencia de asteroide,
miras.
profundizas
suspiras.
alumbras.
Y haces suspirar a esos 2 enamorados
que después de despegar sus labios:
recuerdan.
sienten.
suspiran.
Y, se vuelven a amar.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Tu pérdida

Mientras dormía soñaba que aún estabas ahí,
aunque el máximo miedo se apoderó de mí;
tu pérdida también estaba apareciendo en mis sueños.

Desperté y como loco desesperado intenté marcarte,
más sin embargo no me animé, ya que en primer punto
pensé en que: tal véz no te encontraría, o quizá
te despertaría o simplemente no me contestarías.

Ya más tarde continué pensando en tí,
en tus ojos color raro, en tu cabello largo y ondulado
en tu voz y la luz de tu sonrisa, así que decidí partir
con la única esperanza de encontrarte donde algún día estuviste conmigo.

Primero fui a una nevería, allí donde te besaba y te olfateaba,
me encontré muchas parejas; pero ninguna eramos tu y yo.
Más tarde fui al Madoca y entre ancianos que leen el periodico
y otros tantos que juegan al dominó, busqué rasgoz de tus vestigios
en aquella mesa donde resolvimos un problema pasajero de un
domingo perdido en nuestros recuerdos.

Al no encontrarte ahí fuí a donde me pediste nuestro primer beso
a aquel restaurante llamado la Antigüa, donde quizá se haya
quedado un poco de nuestro amor adolescente, aquel
sentimiento que nos hacía jugar y nos hacía mutuamente feliz.
Cuando me paré al pie de las escaleras donde pasó lo
inimaginable, sólo los escalones y nada más.
Ni tú, ni yo, ni nada se encontraba, quizá sólo
todo en mi recuerdo quedaba.