REVOLUCIÓN literaria

crítica y literatura

martes, 22 de marzo de 2011

Loa Amorosos

Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre —¡qué bueno!— han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida.
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.


DE Jaime Sabines

viernes, 11 de marzo de 2011

El IMPERIO DE LA MANZANA


La única verdad es que nunca me había detenido a pensar en lo importante que es la manzana para el hombre, y hablo del hombre haciendo alusión a todos los tiempos. Por un lado el hombre siempre ha tenido miedo de lo que pueda llegar a ocurrirle, siempre piensa en acontecimientos fuera de lo normal y es por eso llegó a ser politeísta, ya que con ese tipo de creencias podía responderse a sí mismo una infinidad de miedos arraigados.

Los miedos que mantienen a la humanidad al borde de los sacrificios y las peripecias que han transcurrido a lo largo del tiempo, oscila y gira alrededor del pánico colectivo de "que el mundo se acabe" y esto, se ve en textos como la guerra de los mundos, el apocalipsis o la paranoia de creencias antiguas, como el fin del mundo en el 2012 previsto por la cultura maya o el fin del mundo al haber llegado el año 2000 y la revolución de las maquinas etcétera.

Sin embargo fuera de todos los miedos, nunca me había puesto a ver lo que resulta una simple manzana para el hombre y para la humanidad en general. Después de una prueba de improvisación donde tuve que hablar durante un minuto de la manzana, me llegó a la mente una reflexión inmensa. La manzana es el centro de todo. Lo es todo y es nada; como nosotros, como Dios.

La manzana está dentro de nuestro desarrollo pensante, gracias a ella Newton descubrió y reflexionó para estudiar la fuerza de la gravedad que ejerce la tierra sobre los cuerpos ¿qué hubiera pasado si a Newton no le callera una manzana sobre la cabeza? También por la manzana se gestó la caída de Troya debido a la famosa manzana de la discordia donde Paris se la adjudica a Afrodita que a la postre le daría a éste a Helena y ocurriría lo ya mencionado. El efecto manzana como protagonista de descubrimientos y grandes catástrofes no termina ahí. Según el Génesis del antiguo testamento, la manzana es el fruto prohibido del cual Adán y Eva no debían comer. Lo hicieron y desataron la ira de Dios. Gracias a eso, según el cristianismo y las religiones afines, todos nacemos con un pecado que debemos lavar con el bautismo.

Hoy en día, cuando aprendemos a dibujar y se nos ocurre plasmar en el papel un árbol, este siempre es de manzanas, ¿por qué no otro fruto? La verdad es que estamos tan ligados a la manzana que en las mitologías más emblemáticas del desarrollo colectivo de la sociedad la manzana a jugado un papel primordial para ser lo que somos hoy. El único imperio de la manzana.

Nota: cuando la manzana prediga el fin del mundo, es cuando le debemos tener miedo a lo que se aviene, de lo contrario lo del 2012 será como lo visionaron los mayas hace siglos: Sólo una evolución más de la humanidad.