Se abre el prisma para que nazca la vida.
Se abre y nace en el horizonte,
camina y recorre el viento.
El viento lo lleva de sus manos,
el viento lo mueve y mueve la tierra,
el prisma camina, se abre y se cierra.
Con garras, colmillos y gruñidos,
el viento sueña y vuela,
el viento mueve la ira;
el viento desplaza su vida.
El prisma que resplandece,
el prisma que brilla,
el prisma que ilumina;
el prima hermoso.
Tan hermoso que mira; el prisma mira.
El prisma llueve,
el prisma adula.
Todo tiene un color,
el prisma también lo tiene y no se puede definir.
¿Quién dijo que el verde es verde y no café?
¿Quién dijo qué color es el café?
Lo único en lo que todos coinciden
es que el prisma resplandece.
Por las noches el prisma vive,
el prisma brilla y a la luz de la luna;
el prisma ilumina.
Y justo a la media noche: El prisma se oculta.
Antes de esconderse: el prisma ama.
Y al momento de amar: El prisma vive y tiene un color.
En ese momento el prisma crea un arcoíris y nace la vida.
El prisma parece café,
el prisma sabe a miel.
El prisma es claro.
El prisma es hermoso.
Y después de amar; el prisma duerme.
Para que al día siguiente,
el prisma se abra,
para que así:
Nazca a la vida.
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